En España, la cuota de autónomos ha sido históricamente una de las más elevadas de Europa. Mientras otros países adaptan el pago a los ingresos reales o a las coberturas elegidas, el modelo español sigue sosteniéndose sobre una base fija que castiga especialmente a quienes facturan menos. Sin embargo, esta diferencia no es solo una cuestión de cifras: refleja dos concepciones distintas del Estado del bienestar y del papel de la protección social en el trabajo por cuenta propia.
España: una cuota fija que pesa sobre los ingresos bajos
Hasta la reforma progresiva de 2023, los autónomos españoles podían elegir libremente su base de cotización, y con ella, su cuota mensual, independientemente de lo que ingresaran. La mayoría optaba por la base mínima, que rondaba los 294 € mensuales. Desde 2023, el sistema se ha vuelto progresivo: quienes declaran menos ingresos pagan alrededor de 230 €, mientras que los tramos más altos alcanzan los 590 € en 2025.
Esta cifra convierte a España en uno de los países donde más cuesta “arrancar” un negocio, incluso con los incentivos iniciales (cuota reducida o tarifa plana). A cambio, los autónomos disfrutan de una cobertura más amplia que en casi toda Europa: asistencia sanitaria completa, jubilación, incapacidad temporal y una prestación por desempleo (cese de actividad) que no existe en la mayoría de países vecinos.
No obstante, esa protección tiene un precio: el pago es obligatorio se facture o no, y las obligaciones fiscales trimestrales (IVA e IRPF) se mantienen incluso sin ingresos.
Modelos europeos: flexibilidad, pero con menos cobertura
En el resto de Europa predomina el principio de contribución proporcional. Los trabajadores por cuenta propia pagan en función de lo que ingresan o del nivel de cobertura sanitaria y social que eligen. Esta libertad ofrece cierta flexibilidad, especialmente a los profesionales con ingresos bajos o variables, pero también reduce el alcance de las prestaciones públicas.
En Francia, Alemania o Portugal, los autónomos gestionan parte de sus seguros (médico, pensiones, incapacidad) con entidades privadas. Esto aligera la carga mensual, pero implica asumir más riesgos personales o contratar pólizas complementarias. Es decir, la factura final puede ser más baja o más alta, dependiendo del grado de protección deseado.
Comparativa: cinco modelos europeos frente a España
| País | Tipo de cotización | Cuota aproximada / tipo | Coberturas principales | Observaciones |
|---|---|---|---|---|
| España | Fija (progresiva por tramos desde 2023) | 264 €/mes (50 € para nuevos) | Sanidad completa, jubilación, incapacidad, desempleo | Obligatoria, independientemente de ingresos |
| Francia | Proporcional a la facturación | 12% comercio, 18,3% profesiones liberales, 21,3% servicios | Sanidad, jubilación, incapacidad, pensiones | Reembolso parcial de gastos médicos (65–100%) |
| Alemania | Cuota mínima + seguros | 140 € Seguridad Social + 150–240 € seguro médico | Sanidad, pensiones, invalidez | Exentos si ingresos < 1.700 €/mes; IVA solo >17.500 €/año |
| Reino Unido | Escalonada (Class 2 / Class 4) | De 14 a 58 €/mes + 9% sobre ingresos > 8.400 €/año | Pensión básica, maternidad, fallecimiento | Favorece a rentas bajas; sin declaraciones trimestrales de IVA |
| Italia | Impuesto sobre la renta (no cuota fija) | 22,65–28,72% de la renta | Sanidad y jubilación pública | Varía según tipo de actividad |
| Portugal | Según esquema de protección elegido | 25,4% (mínimo) – 32% (ampliado) | Sanidad, pensión, incapacidad | Cuota anual según ingresos |
Lo que parece barato, a veces no lo es
A primera vista, los modelos de países como Francia o Reino Unido resultan más atractivos: cuotas reducidas y exenciones para quienes ingresan poco. Pero esa “ventaja” se diluye cuando se analiza la protección real que recibe el autónomo. En Francia, por ejemplo, aunque las cuotas iniciales son bajas, los gastos médicos deben pagarse primero y solo se reembolsa entre un 65 % y un 100 % del coste. En Reino Unido, la pensión pública cubre solo un mínimo básico, y las bajas laborales o prestaciones por desempleo no están garantizadas.
Por tanto, el sistema español financia una red más amplia de seguridad social. Es decir, qué se recibe a cambio.
La tarifa plana en España: una ayuda inicial para nuevos autónomos
Desde 2023, los nuevos trabajadores por cuenta propia pueden acogerse a la tarifa plana, una medida que busca reducir la barrera de entrada durante los primeros meses de actividad. Consiste en el pago de una cuota de 80 € al mes durante los primeros 12 meses de alta, siempre que sea la primera vez que el autónomo se da de alta en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA).
A esta cantidad se suma el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (0,8%), lo que eleva el total a 87,60 € mensuales. La duración inicial es de 12 meses, prorrogables otros 12 si los rendimientos económicos se mantienen por debajo del salario mínimo interprofesional.
Existen, además, tarifas planas especiales de hasta 24 meses ampliables a 60 en casos específicos:
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Personas con discapacidad igual o superior al 33 %.
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Víctimas de violencia de género.
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Víctimas de terrorismo.
En todos los casos, se exige estar al corriente de pago con la Seguridad Social y Hacienda. La solicitud puede realizarse a través del portal Import@ss, identificándose con Cl@ve, certificado digital o DNI electrónico.
La tarifa plana no se aplica a los familiares colaboradores ni a los religiosos de la Iglesia Católica, y es incompatible con los beneficios por pluriactividad.
¿Qué podemos aprender de Europa?
El ejemplo europeo sugiere que la clave no está tanto en reducir la cuota como en ajustarla mejor a los ingresos reales. Modelos como el portugués o el italiano demuestran que una contribución proporcional puede aliviar la presión sobre quienes comienzan un negocio sin debilitar la sostenibilidad del sistema.
Sin embargo, España podría avanzar más en simplificar los trámites fiscales, reducir las cargas administrativas y flexibilizar las obligaciones durante los primeros años de actividad. En países como Alemania o el Reino Unido, la gestión es más ágil, y el pago de impuestos se ajusta al cobro efectivo de facturas, no a la emisión.
La tendencia europea apunta hacia un equilibrio: protección social sólida, pero adaptable. Si España logra combinar su amplio sistema de cobertura con una cotización realmente progresiva, el emprendimiento dejará de ser un lujo y se convertirá en una opción viable para más profesionales.









